El arte celta Pocas manifestaciones artísticas han sido tan difundidas entre el gran público como las relacionadas con la cultura celta.
Desde la caligrafía, pasando por la decoración hasta la proliferación de representaciones religiosas como las cruces o los manuscritos miniados, numerosos son los ejemplos que encontramos a nuestro alrededor y que nos remiten a una cultura legendaria y fascinante que ha sido sistemáticamente mitificada por antropólogos e historiadores, quizá debido al hecho de que sus tradiciones fueron transmitidas de manera oral, y los pocos textos encontrados nos han llegado a través de autores clásicos que describían a los celtas como bárbaros de apariencia amenazadora.
Sin embargo, este pueblo, lejos de ser tan rudo como griegos y romanos creían, nos ha legado exquisitas muestras de un arte que, aún hoy, sorprende por su delicadeza.
Del pueblo celta se han encontrado vestigios en gran parte de
Sin embargo la estabilidad no duraría eternamente, y cuando llegaron los malos tiempos, las tribus celtas se vieron obligadas a emigrar, invadiendo el territorio griego y romano y siendo invadidos a su vez por éstos últimos, a los que acabarían por asimilarse. Sólo zonas de Britania y de La sociedad celta solía organizarse en torno a fortificaciones asentadas por lo general en lo alto de colinas para dominar el territorio de alrededor. Las llamadas oppida por Julio César contaban con lugares para almacenar el grano y estaban divididas en zonas específicas para cada actividad. Tenemos buenos ejemplos de estos asentamientos en la zona sur de Alemania y también en
La llegada del cristianismo, con la introducción de nuevas costumbres marcó una nueva etapa en la historia celta, que a partir de ese momento vivió un periodo de esplendor. La tradición artesana basada en la escultura, el trabajo de metal y la talla de la madera que habían cultivado hasta alcanzar un nivel admirable vino a unirse a las formas de representación traídas por los misioneros para originar un arte espectacular y delicioso que nos ha dejado muestras tan admirables como el conocido manuscrito iluminado de Kells.
Dos tendencias del arte celta
Se pueden distinguir dos tendencias bien diferenciadas en el arte celta; una es aquella que se basa en la representación de la naturaleza. Para entender este tipo de manifestación debemos señalar que estamos hablando de un pueblo que basaba su economía en la agricultura y que mantenía una estrecha relación con la naturaleza y los fenómenos celestes.
Sus creencias espirituales se fundamentaban en dichos ciclos naturales y en la continuidad entre el mundo material y el más allá. Los druidas enseñaban que cada fenómeno terrestre tenía su correspondencia en el mundo celeste y de ahí que sus representaciones tuvieran un significado eminentemente simbólico. Así, encontramos numerosas manifestaciones que imitan elementos de la naturaleza de complicada fantasía: hojas, flores, guirnaldas, animales, etc. que se interpretan de manera estilizada, siendo reducidos a esquemas.
Por otro lado tenemos la tendencia geométrica, que consiste en una ornamentación basada en decoraciones abstractas de líneas intrincadas que dan lugar a complicados y bellos diseños de una gran armonía. Un ejemplo de este tipo de decoración lo encontramos en los llamados knotworks, o trabajos a base de dibujos entrelazados realizados con una línea continua que fluye formando curvas, nudos y zigzags. También son muy frecuentes las espirales que tenían una profunda carga simbólica y solían representarse solas o formando grupos, como el conocido triskel, consistente en tres espirales unidas que aludía las tres naturalezas del alma humana (o los tres elementos sagrados: tierra, mar y cielo).
Sin embargo se han hallado otros ejemplos en los que los artesanos celtas demostraron su destreza. Tal es el caso de la orfebrería, de la que tenemos restos como collares, pendientes o las fíbulas usadas tanto a modo de alfiler para sostener la ropa como de amuleto, y que muestran en algunos casos deliciosas formas zoomórficas; o de los llamados torques, pesados collares utilizados frecuentemente por los miembros relevantes de la sociedad, que se realizan de diferentes metales, algunos estaban ricamente decorados con filigranas y otros motivos. Entre los objetos cotidianos los celtas demostraron su creatividad en las máscaras ceremoniales, los calderos o las figuritas votivas.Sin embargo la herencia que con más nitidez podemos rastrear en al actualidad son los mitos, cuentos y leyendas que han llegado hasta nosotros a través de la tradición cristiana, muchas de cuyas propias historias están basadas en fábulas de la historia celta. Tal es el caso de la mitología que incluye seres fantásticos como hadas, héroes, duendes o gigantes, o como las fascinantes narraciones del Rey Arturo y los caballeros de
